ESTÁ BIEN SENTIRSE MAL

En este momento en el que la forma de vivir que se conoce ha entrado en pausa, muchas personas podrían estar pasando por un estado un tanto confuso puesto que el tiempo, algo que se tiene tan calculado en la vida diaria, se tiene que pasar de otra forma. Bajo estas circunstancias cabría hacer un llamamiento a la salud mental, como bien se está insistiendo estos días a través de los medios de comunicación por parte de muchos expertos. Insisten que debemos cuidarnos no solo físicamente si no a nivel mental para evitar la ansiedad, el miedo, la preocupación o la tristeza. Ante una situación como esta, que nadie espera y para la que no se estaría preparado/a, ya que estamos acostumbrados/as a llevar una rutina que nos permite tener un cierto “control”, se pone a prueba hasta qué punto una persona puede manejar la incertidumbre.

Es interesante observar como en las redes sociales y en los informativos, además de dar consejos para evitar el malestar y así tranquilizar a la población, se insta a que las personas mantengan un estado de alegría y optimismo. No obstante, son días en los que ante la evidente incertidumbre respecto a cómo evolucionará la situación podemos pasar por diferentes estados que no resulten tan fáciles de manejar y, cabe recordar, que está permitido sentir todas las emociones que la mente manifieste. El problema es que solemos tener una tendencia a rumiar más de lo necesario, intentando tener el control en todo momento y no caer en sentimientos que puedan generar malestar. Incluso puede parecer que sentirse mal es algo que no se debería experimentar, puesto que “estás tan tranquilamente en tu casa”.

Es aquí donde sería interesante hablar de la práctica del mindfulness y como ésta podría servirnos de herramienta para estos días. El mindfulness o atención plena, según Jon Kabat-Zinn, se refiere al hecho de prestar atención intencionalmente, en el momento y sin juzgar lo que esté sucediendo o como uno/a se esté sintiendo. Es una práctica que permite tener una mayor conciencia y aceptación de la realidad que se vive en el aquí y ahora. Está claro que convendría mantener una actitud positiva y esperanzadora, no obstante, llega continuamente información o se viven situaciones que podrían confundirnos, alterarnos, irritarnos, entristecernos, hacernos sentir miedo. Es decir, la situación de confinamiento es posible que haga emerger estados de ánimos y sentimientos no agradables, pero de los que no debería uno/a esforzarse por cambiar si no dejarlos fluir. Mediante la atención plena, se pretende que haya una aceptación de lo que esté ocurriendo, aceptar las emociones y sentimientos que nos sobrevengan, experimentarlas sin juzgarnos y, si es necesario, expresarnos y comunicar a alguien cómo nos estamos sintiendo.

Desde la perspectiva del mindfulness, forzarse a estar bien, luchar contra la mente, puede ser contraproducente ya que al ver que no se alcanza lo que uno/a se propone podría frustrar y generaría más tensión. Siguiendo a Jon Kabat-Zinn se trataría de recibir la emoción tal como viene siguiendo el principio de la no acción, sin forzar su desaparición. Aceptarla, experimentarla y expresarla, pero no quedarse anclada/o a ésta ya que es un estado pasajero, las circunstancias van cambiando, el fluir de los acontecimientos no se detiene y, como esta situación, pasará.

Se podría considerar esto como un primer paso para cuidar la salud mental tanto durante como después de la cuarentena.

Bibliografía:

-        Kabat- Zinn J. (1994). Mindfulness en la vida cotidiana. Donde quiera que vayas, ahí estás. Ed.: Paidós

 

Maria Di Girolamo Martí. Psicóloga en prácticas en Astarté

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