En la última publicación abordamos las semejanzas y diferencias que existían entre la fobia social y la timidez. Recordemos que la fobia social es un temor acusado o persistente a una o más situaciones sociales en las que la persona se ve expuesta a gente desconocida o al posible escrutinio por parte de los demás. La persona teme actuar de alguna manera que pueda ser humillante o embarazosa.
Ya sabemos qué es pero ¿Cómo la podemos tratar?
La terapia psicológica es un método eficaz para tratar la ansiedad y en particular, la fobia social. La más utilizada es la terapia cognitivo-conductual, empleando técnicas de exposición, entrenamiento en habilidades sociales, relajación y reestructuración cognitiva entre otras. Es importante destacar que la mejora no se reduce a la aplicación de varias técnicas y procedimientos sino a su adecuada articulación e integración en el caso de cada persona.
Lo primero a tener en cuenta sobre la fobia social es que la ansiedad generada no es producida por la situación en si misma si no por la interpretación que la persona realiza sobre esa situación. Por ejemplo, si un amigo no te saluda con tanta efusividad como de costumbre cualquier persona podría pensar que ha tenido un mal día y preocuparse por él, pero una persona con fobia social, en cambio, pensaría que está enfadado con ella y entristecerse.
Sólo si se cambian los pensamientos se encontrará interpretaciones que no generen ansiedad. Es un ejercicio complicado ya que, los pensamientos distorsionados normalmente son irracionales, pero mediante la reestructuración cognitiva es posible cambiarlos. La reestructuración cognitiva nos ayudará a identificar los pensamientos (“mis amigos se van a reír de mi porque no hablo”), analizarlos y cuestionarlos (¿Qué evidencias tengo para pensar así? ¿Las consecuencias son tan importantes?) y reemplazarlos (¿Qué le dirías a un amigo?. La responsabilidad de mantener la conversación es de todos y no solo tuya).
Las personas con fobia social tienden a evitar las situaciones que le generan malestar. Al evitar las situaciones sociales sus temores se agudizan y pueden dar lugar a síntomas marcados de activación nerviosa como es el rubor, el temblor, la taquicardia, la tartamudez, etc., que en la medida en que son evitados o disimulados generan más ansiedad y afán de huida, es decir, en lugar de conseguir que la ansiedad desaparezca ocurre todo lo contrario, se incrementa. Por lo tanto para que la ansiedad disminuya notablemente o desaparezca habrá que enfrentarse y exponerse gradualmente a la situación temida. De esta forma es como si nuestro cuerpo y nuestra mente se acostumbraran. Si nos enfrentamos repetidamente a estas situaciones, la ansiedad cada vez será menor hasta que termine casi por desaparecer o se mantenga dentro de unos límites fáciles de manejar.
Hay que tener en cuenta que la exposición debe ser gradual, paso a paso. Primero comenzaremos por situaciones que nos generen una ansiedad más baja y cuando haya disminuido en éstas, avanzaremos a la siguiente. En este caso, las técnicas de relajación o la práctica de mindfulness nos ayudarán a reducir notablemente la ansiedad y nos permitirá exponernos con mayor facilidad.
Cuando sea necesario, otro aspecto importante a trabajar serian las habilidades sociales. Entendemos por habilidades sociales el conjunto de capacidades que permiten el desarrollo de un repertorio de acciones y conductas que hacen que las personas se desenvuelvan eficazmente en lo social.
La evitación que genera la fobia social provoca que las habilidades sociales estén poco desarrolladas y a su vez esto pueda generar inseguridad en la persona. Algunos de los aspectos a trabajar en este caso serían: la exposición de las ideas de forma clara y ordenada, manejo del volumen, velocidad de la voz, disminución de movimientos exagerados, estereotipados o rígidos, manejo de la posición corporal hacia el auditorio y el contacto visual del mismo, etc.
En conclusión, la fobia social es un trastorno de ansiedad que puede mejorar o solucionarse con trabajo y esfuerzo. La intervención se realizará y adaptará a las necesidades de cada persona, las técnicas variaran en función del tipo de fobia social (generalizada o específica), del tiempo, del grado de deterioro para la vida de la persona o si, en algún caso, existiese algún problema asociado. Por lo tanto, realizando las pautas establecidas por el/la psicólogo/a y la motivación por parte del paciente es posible reducir la ansiedad generada en las situaciones sociales llegando incluso a disfrutar de éstas.
Astarté, Gabinete de Psicología, tiene profesionales expertos en trastornos de ansiedad dando respuesta adecuada a las necesidades descritas.
Laura Pacheco Roca. Psicóloga en Prácticas de Astarté